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Acumulación por desposesión
La acumulación por desposesión es un concepto acuñado por el geógrafo teórico y marxista David Harvey que consiste en el uso de métodos de la acumulación originaria para mantener el sistema capitalista, mercantilizando ámbitos hasta entonces cerrados al mercado.1 Mientras que la acumulación originaria supuso la implantación de un nuevo sistema, según la teoría marxista, al desplazar al feudalismo, la acumulación por desposesión tiene por objetivo mantener el sistema actual, repercutiendo en los sectores empobrecidos la crisis de sobreacumulación del capital.2 El término, según David Harvey, define los cambios neoliberales producidos en los países occidentales desde los años 1970 hasta la actualidad y que estarían guiados por cuatro prácticas, principalmente: la privatización, la financiarización, la gestión y manipulación de las crisis y redistribuciones estatales de la renta.3 Los cambios se manifiestan, entre otros, en la privatización de empresas y servicios públicos, que tienen su raíz en la privatización de la propiedad comunal.4
Imperio
Un argumento en una continua transición del fenómeno moderno del imperialismo, centrado en cada uno de los diferentes Estado-Naciones, hacia un emergente concepto postmoderno fundado por las potencias dominantes, a las cuales los autores se refieren como Imperio. En Imperio se generan una serie de ideas en torno a las constituciones, la guerra mundial, y la lucha de clases. Por lo tanto, el Imperio está constituido por una monarquía (que los autores definen como los Estados Unidos y el G8, así como a organizaciones internacionales como la OTAN, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio), una oligarquía (las corporaciones multinacionales y otros estado-naciones) y una democracia (diveras ONG y las Naciones Unidas).
Calle global
Saskia Sassen conceptualiza la idea de «calle global» a partir de las ocupaciones de los centros urbanos de las revoluciones árabes. La calle global es una respuesta autocrítica a su idea de Global City, la urbe de la economía globalizada. Calle global: espacio público «duro» donde los que no tienen poder producen «situaciones complejas» y consiguen «hacer la política». La calle global no es sólo un espacio físico, sino un espacio semántico. En ella ocurren discusiones que de otra manera no sucederían. La calle global existe cuando se activa un bloqueo físico al poder: vehículos militares en El Cairo, máquinas de construcción en Estambul o Burgos. Además, Sassen introduce un matiz interesante al término street (que implica acción), para diferenciarlo de boulevard o piazza.
Derecho a la ciudad
El término apareció en 1968 cuando el francés Henri Lefebvre escribió su libro El derecho a la ciudad tomando en cuenta el impacto negativo sufrido por las ciudades en los países de economía capitalista, con la conversión de la ciudad en una mercancía al servicio exclusivo de los intereses de la acumulación del capital. Como contrapropuesta a este fenómeno, Lefebvre construye una propuesta política que parte de la ciudad para reivindicar la posibilidad que la gente volviera a ser dueña de la ciudad. Frente a los efectos causados por el neoliberalismo, como la privatización de los espacios urbanos, el uso mercantil de la ciudad, la predominancia de industrias y espacios mercantiles, se propone una nueva perspectiva política denominada derecho a la ciudad. La ciudad fue tomada por los intereses del capital y así dejó de pertenecer a la gente, por lo tanto Lefebvre aboga a través del derecho a la ciudad por “rescatar el hombre como elemento principal, protagonista de la ciudad que él mismo ha construido”. El derecho a la ciudad es entonces restaurar el sentido de ciudad, instaurar la posibilidad del “buen vivir” para todos, y hacer de la ciudad “el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva”